sábado, 23 de febrero de 2013

Crónica: Goya 2013

Alberto Rodríguez, Pablo Berger, Juan Antonio Bayona y Fernando Trueba
©Enrique Cidoncha (vía Página Oficial de los Premios Goya )
 
Los galardones de la 27ª edición de los Premios Goya han quedado monopolizados por el binomio formado por Lo imposible y Blancanieves, repartiendo algunas migajas para Grupo 7 y Las aventuras de Tadeo Jones

Esta edición, caracterizada por su evidente falta de ritmo conforme avanzaba la Gala, pasará a la historia por el alto contenido político que impregnó toda la velada. Candela Peña o Eva Hache, entre otros, repartieron estopa de lindo -a tenor de los recortes y la corrupción reinantes en España-, aprovechando la presencia del Ministro Wert.

Por su parte, Javier Bardem reivindicó la terrible situación de los saharauis, a tenor de su premio como parte de la producción del documental Hijos de las nubes. La última colonia (Álvaro Longoria, 2012). Y el inefable Carlos Areces, con su bonanza habitual, criticó el poco tino que tienen los actores jóvenes con la vocalización, en el que fue sin duda uno de los grandes gags de la Gala: "Mejor desnudo gratuito, Mejor comedia no pretendida y Mejor actor joven que se le entienda hablando. Esta última honorífica".

El merecido homenaje a Concha Velasco marcó el devenir de la Gala, pues a partir del deplorable número musical que lo culminaba todo fue a menos, sin conseguir levantar el ritmo, y la ceremonia terminó pidiendo la hora. No obstante Concha Velasco estuvo magnífica en su monólogo, extraído de Lo que quiero es bailar, la obra de teatro y musical sobre su vida que representó el pasado año en La Latina (Madrid). Respecto a la bochornosa escena musical, lo que falla no es la idea (lógico además por el vínculo con la música de la homenajeada), sino una ejecución nefasta, donde los actores y actrices desafinaban, donde más de uno tuvo problemas a la hora de realizar una coreografía (Fernando Tejero, por ejemplo) sosa y destemplada.

Por otro lado, la Academia ha vuelto a ignorar la heterogeneidad cinematográfica de España, lo que queda patente al ver que dos propuestas tan diferentes como necesarias, El artista y la modelo y Carmina o revienta, se hayan ido sin ningún galardón. O, también, al comprobar que tanto Una pistola en cada mano como El muerto y ser feliz sólo optaran a un premio cada una, que afortunadamente obtuvieron de forma merecida. Pero, ¿cómo es que ni siquiera Una pistola en cada mano obtuvo una nominación por su guión? Es evidente que Lo imposible y Blancanieves son las dos producciones del año, pero eso no justifica que deban estar nominadas a todas las categorías, máxime cuando hay otras películas merecedoras de ello. Además, las ganadoras de Mejor Película Hispanoamericana y de Mejor Película Europea dicen muy poco del criterio reinante en los Goya. ¿De verdad es preferible la complaciente Intocable a De óxido y hueso o, más aún, a la notable pero nada indulgente Shame? ¿Y Juan de los muertos?

Antes que entrar en absurdas polémicas (por innecesarias, no hay nada que discutir ante las evidencias), preferimos recordar las palabras de un sincero y emotivo Juan José Bayona, en lo que fue una auténtica declaración de intenciones que el cine español, la Academia y el público deberían hacer suya: "El cine español necesita películas grandes, medianas y pequeñas". 

© Acedo

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