domingo, 10 de marzo de 2013

Lincoln (Steven Spielberg, 2012)


Esta sentencia resume el dilema moral que plantea el último film de Spielberg: "La medida más importante del siglo XIX aprobada gracias a la corrupción urdida por el hombre más puro de américa".

Que quizá Lincoln no haya sido tratada con la justicia que merecía en los Oscar de este año revela que el último film de Spielberg no ha sido todo lo complaciente que cabría esperar con el personaje. El director ha preferido optar por presentar las luces y las sombras del decimosexto presidente de los Estados Unidos, sosteniendo la película sobre un magnífico guión, una ambientación correcta y unas interpretaciones excelentes (ni mucho menos todo el mérito es de Daniel Day-Lewis, pues es soberbio el trabajo de los secundarios, con Sally Field o Tommy Lee a la cabeza).

Como era de esperar, la producción destila formalmente aires clásicos, tanto en el montaje como en la puesta en escena. Al mismo tiempo, también presenta los momentos patrióticos tradicionales de este tipo de productos, así como un tratamiento hagiográfico de la figura del presidente en ciertos momentos. Pero, sin embargo, Lincoln es un film completo, disfrutable tanto para cinéfilos como para el público en general pero, eso sí, sabiendo de antemano que todo el metraje se sustenta sobre diálogos (que nadie espere cruentas escenas sobre la Guerra de Secesión). Con una calidad incuestionable y una lectura responsable y consecuente con su protagonista, constituye un film recomendable, que animamos a ver a aquellos que guarden prejuicios, pues puede constituir una grata sorpresa para más de uno.

© Acedo

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