martes, 9 de abril de 2013

Los últimos días (Àlex Pastor y David Pastor, 2013)


Puede ser que no cuente con un presupuesto -a nivel de efectos especiales y en general- como Lo imposible (Juan Antonio Bayona, 2012), pero es innegable que el último film de los hermanos Pastor tiene algo. Un alguito, más bien, pero lo tiene. Llámese morbo, quizá, por aquello de desarrollarse en una Barcelona apocalíptica. O quizá una buena elección de reparto: José Coronado -en alza últimamente con No habrá paz para los malvados (Enrique Urbizu, 2011), El cuerpo (Oriol Paulo, 2012) y otras que están por llegar-, Quim Gutiérrez y Marta Etura. Pues una película protagonizada por este trío es, a bote pronto, atractiva para un sector del público (hecho que se ve aumentado por una correcta campaña publicitaria y que se ha reflejado en la recaudación de su primera semana en taquilla). O tal vez sea su curiosa premisa de partida. O la seguridad de que es un film que va a dar precisamente lo que promete. Quién sabe. El caso es que este algo, este alguito, no es suficiente, aunque sí necesario.

Los últimos días pretende ser un producto español de género a imagen y semejanza del estilo más hollywoodiense y el resultado es agridulce. Presenta una puesta en escena dinámica, con secuencias bien resueltas (la de la Estación de Sants, la del centro comercial Gran Vía 2) y con tratamientos interesantes (la forma de retratar el miedo que sienten los barceloneses al salir al exterior, valiéndose del efecto vértigo (dolly zoom), de angulaciones de cámara muy diferentes entre sí, acompañadas de un montaje muy fragmentado y de una fotografía quemada). Pero cuenta con diversos problemas de guión, especialmente en su último tramo, donde va perdiendo fuelle progresivamente hasta llegar a un final demasiado melifluo (la música, ese tufillo (cuidado, posible spoiler) a los niños perdidos de Hook...). Al mismo tiempo y como se comentó con anterioridad, la falta de presupuesto, a nivel de efectos especiales, termina notándose en algunos planos. Quizá, si no se podía mantener cierta calidad, hubiera sido más inteligente prescindir de determinados momentos que muestran una Barcelona apocalíptica, pues a veces no enseñar puede ser más efectivo que mostrar demasiado. A nivel interpretativo, el personaje de José Coronado termina imponiéndose sobre el de un esforzado pero solamente correcto Quim Gutiérrez. Éste último, por cierto, con evidentes problemas de vocalización, mal que azota sin clemencia en los últimos tiempos a la nueva generación de actores españoles (y del que ya se burló, con tanto acierto como mala leche, Carlos Areces en la última gala de los Goya).

Se trata, en resumen, de un título con pinceladas interesantes que cumplirá para quienes no esperen más que una película entretenida, aderezada de suspense, aventura y amor. Pero, para quienes esperaban algo más que el juego que podía dar una Barcelona apocalíptica, probablemente el interés no tarde en decaer, pese a que se aconseja verla con la predisposición de pasar simplemente un buen rato. A pesar de todo, es una película necesaria, pues alguien dijo no hace mucho y muy acertadamente: "El cine español necesita películas grandes, medianas y pequeñas". 

Curiosidad: el film realiza un par de homenajes a Lost que llamarán la atención a más de uno (personalmente, como incondicional de la serie, me gustan este tipo de alusiones), en concreto a la apertura de la escotilla y a los susurros.

© Acedo

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