viernes, 17 de mayo de 2013

Anna Karenina (Joe Wright, 2012)


El director británico Joe Wright ha trabajado y desarrollado su labor en films de diferentes géneros, sin embargo, será con la adaptación de obras decimonónicas (Orgullo y prejuicio, Expiación) con las que alcance una mayor repercusión y aceptación de la crítica. Wright volverá a contar con Keira Knightley en el papel protagonista para esta nueva versión de Anna Karenina (León Tolstói). Novela que no debuta por primera vez en la gran pantalla, puesto que ha sido llevada al cine en seis ocasiones y también ha recibido la atención de las productoras de televisión, tal vez por ello Wrigth se arriesga e intenta ser original al presentar todo el film en un teatro. No es que sea escenificado como una obra teatral, sino que se emplea tanto el espacio escénico como las butacas, bambalinas, foso... como decorado donde transcurre la trama de la película. 

La historia resulta sumamente atractiva: amores imposibles, personajes dominados por sus pasiones  en la represiva aristocracia rusa del siglo XIX... una tragedia. Y Wrigth ofrece una nueva adaptación que se desliga de las predecesoras por la puesta en escena. Reviste de mayor relevancia el aspecto visual -la fotografía-, realizando una suerte de danza entre el movimiento de la cámara, el desplazamiento de los actores y como se van adecuando las diferentes partes del teatro donde se va trasladando la acción. Los decorados son exquisitos, al igual que el vestuario y maquillaje. Se cuida hasta el mínimo detalle de forma que resulta, en un primer momento, sumamente cautivador en lo visual. Pero según avanza la acción se van sumando toda una serie de elementos negativos que hacen que Wright no consiga mantener la tensión y transmitir la intensidad que la historia precisa. Por un lado encontramos que el baile entre bambalinas no convence cuando va creciendo el drama, despista y resta credibilidad. A lo que se añade la nula química de la pareja de amantes, no hay ningún tipo de sintonía, y el hecho de que la actriz principal no pueda dejar de poner morritos le resta naturalidad a su expresión y convicción a su actuación.

Anna Karenina despierta en un principio cierto interés y expectativas que no consigue mantener, no logra conmover al espectador. A pesar de ello no deja de resultar interesante gracias a la puesta en escena. 

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